26 feb 2008

Jorge García: un pívot que suma de tres en tres.

AS.COM


El domingo Fuenlabrada vivió una jornada épica. Por primera vez en su historia el equipo local venció al Barça. Fin a una racha de 20 derrotas. El Alta Gestión terminó con la única maldición que le perseguía en la ACB. Brillaron Tomas, Saúl... pero esta vez la faena la remató Jorge García, un pívot atípico, cordobés y formado en la cantera del Madrid, que por cada rebote que atrapa (48 esta campaña) anota un triple (42 con acierto próximo al 50%). Un killer­ del perímetro, que encestó el domingo seis de siete lanzamientos de tres, con una mecánica de tiro impecable y rapidísima. Coge el balón por encima de la cabeza y sin apenas flexionar el brazo lo suelta al instante. Triple. Tan difícil de ejecutar como de defender.

Cómodo.

"Me siento más cómodo así, que jugando de espaldas", reconoce García, de 31 años, que no dispuso de continuidad en la ACB hasta que llegó al Fuenla en 2005. "Si tuviera un apellido de fuera quizá se hubieran fijado más en mí, pero, a pesar de lograr varios ascensos, pocas veces me mantuvieron la confianza. Sé que no soy un pívot normal, me he especializado en lanzar -como Iturbe y Garbajosa, por ejemplo-. Juego abierto y abro espacios para Wideman, Guardia... Hace dos meses anoté siete triples en Valladolid y al siguiente partido ni la olí porque había un defensor encima. Mis compañeros se forraron. La clave para sobrevivir es la mecánica, lanzar con buenos porcentajes y cada vez más rápido".

Ese es el secreto de Jorge García y no la máquina de tiro (en la imagen) del Fuenlabrada. "Soy un clásico, prefiero que alguien me pase el balón, dos o tres simultáneos, para lanzar casi sin pensar y recibiéndolo muy arriba. Estoy enseñando a tirar a mi hijo pequeño, y, aunque los chavales arrancan desde el pecho para tocar al aro, yo le digo que no, que tire como yo, que llegar, ya llegará".

Al final de los entrenamientos suele lanzar 30 triples con la obligación de meter 25. Su modelo fue el histórico Xavi Fernández. También guarda una carta de Charly Sainz de Aja, su técnico en la cantera del Madrid, que venía a decirle que, para tener éxito, en el futuro debería jugar por fuera. Acertó de pleno. Y Jorge lo celebra arrancándose a cantar en el vestuario del Fuenla.

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