12 dic 2007

Leyendas de la NBA




JULIUS ERVING (DR.J)



"Hey, mama, mira lo que hago con el balón!. Niño, !tú lo que tienes que hacer es no jugar tanto con la pelota y ponerte estudiar y convertirte en un eminente doctor!.
Qué poco podía suponer la señora Erving que su hijo acabaría siendo conocido con el nombre de Dr. J, sí, pero no por doctorarse en medicina, sino en baloncesto.
Su apodo, proveniente de la etapa de Erving en el instituto, se convirtió en el grito de guerra con el que los fans aclamaban a su héroe durante los partidos, las "operaciones a corazón abierto" del Doctor Julius Erving.
30.026 puntos anotados, 3 NBA MVP, 2 MVP de los NBA Playoff, 1 título de la NBA y 2 de la ABA ( 2 con los Nets y 1 con los 76's de Philadelphia), 5 veces en la selección NBA Absoluta, escogido para el Mejor Equipo de la NBA de la Historia estando en activo...
Números de vértigo para un jugador que lo dio todo en cada uno de los equipos en los que jugó y al que el destino supo recompensar como se merecía.
Pero no sólo títulos consiguió Mr. Erving, sino algo aún más importante, el reconocimiento y el respeto de todos los equipos, jugadores y entrenadores de la NBA, que de forma tácita le otorgaron el rol de representante de la liga de baloncesto más importante del mundo.
Y es que la figura de Dr. J iba más allá de la de un 'simple' deportista, pues su fama y carisma le convirtieron en uno de los personajes públicos más conocidos -y respetados- de su época.
Inventor, creador, mago, Doctor. Un genio del baloncesto autor de jugadas tan impresionantes, tan mágicas, tan llenas de fuerza, que hasta sus rivales tenían conflictos al no saber qué es lo que debían realmente hacer."Allí estaba yo", declaró el mismísimo Magic Johnson tras un partido que le enfrentó al equipo de Dr. J ," intentado ganar un campeonato, y de repente me quedé estupefacto por el asombro.
Realmente (Julius Erving) había hecho aquello. Pensé, ¿qué debemos hacer? ¿Sacar y empezar una nueva jugada o devolverle la pelota y pedirle que lo vuelva a hacer?"Poca broma. Porque cuando Julius Erving controlaba la pelota fuera del perímetro, levantaba la cabeza y miraba fíjamente los ojos de su defensor, algo sucedía.
La ley de la jungla entraba en juego y Dr. J era el Rey. Sí, el Rey, y mientras se acercaba al tablero driblando a cuantos jugadores le salían al paso, el público sólo podía contener el aliento, porque hacer lo propio con las lágrimas de emoción era imposible.
Oh, sí, hermanos, hoy Dr. J viene a daros vuestra ración de baloncesto. Hoy va a ser un genio.



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